La serie divisional inicio como debía iniciar para los yankees de Nueva York, Cole tirando un juegazo y los bombarderos bateando. Un juego que terminó siendo una macaniza y donde el manager no pintó para nada.
Durante la mañana siguiente se anuncia que el abridor para el segundo de la serie sería el novato Deivi García. Aunque sorprendente no carecía de lógica darle la responsabilidad al dominicano de 21 años. García es uno de los 4 abridores que se pensaba iniciarían un partido esta serie antes las rayas y después de ganar un juego, el juego 2 perdía bastante presión. Si se gana bien, si no, al día siguiente estaba Tanaka para tratar de irse arriba a la serie.
Inicia el juego y en la primera entrada García recibe jonrón solitario del encendido Arozarena, un cubano al que a la 8va entrada del juego 3 los Yankees solo lo han podido dominar una vez. Algo normal. Pero la sorpresa llegó cuando en la misma primera entrada vimos calentando en el bullpen a J.A. Happ. En un inicio pensé que había algo mal con Deivi pero no.
Happ inició el segundo inning y el resto es historia. El daño estaba hecho desde que el «manager» Aaron Boone decidió usar a Deivi como «opener» y romper así el hábito de ambos pitchers. ¿Cuál era la finalidad? Pues el tipo se quiso pasar de listo y engañar a los de Tampa para que cargaran su line up de bateadores zurdo, y así fue, el pedo fue que J.A. Happ no se caracteriza por ser un pitcher muy dominante ante este tipo de bateadores y las Rayas así lo hicieron notar.
Entiendo que es un poco ventajoso hablar de una mala decisión cuando sabemos el resultado. Pero es que no había manera de que esto saliera bien. Primero que nada hay que entender que los pitchers son criaturas de hábitos. Todos tienen sus rituales antes de cada apertura y si lo que quiso hacer Boone era aprovechar lo bien que había estado Happ últimamente primero debió poner atención a su pitcher. Happ renegó toda la temporada por la irregularidad con la que le daban sus juegos. Argumentaba que lo que necesitaba era constancia, saber que cada cierto día era u día de pitchar. Cuando por fin Boone le concedió eso, nos tocó ver al Happ más dominante de la temporada. ¿POR QUÉ CHINGADOS CAMBIAR ESO? Aunque no lo aceptará abiertamente, el zurdo no estaba cómodo en la lomita. Si a esto le sumamos que enfrentaba a un equipo encendido, tenemos una receta para el fracaso.
El hecho de perder no es lo peor del asunto. Lo que hizo Boone fue ponerse en evidencia de qué, salvo Gerrit Cole y Masahiro Tanaka, el manager de los Yankees no confía en sus otros abridores. En principio no tiene nada de malo, pero si vas a hacerla al vivo, hazlo bien. Si traes en mente aventarte el juego del «opener» hazlo como ya te ha dado resultados, con Green iniciando el primer inning y luego pudiera haberle dado la bola al zurdo, pero no a Happ, sino a Montgomery. Ver si tragaba entradas y soltar a los brazos fuertes del relevo. Si no funcionaba -como de igual manera no lo hizo- teníamos a Deivi García y a J.A. Happ para tirar el juego 4. Ambos preparados y listos. Abriendo con el zurdo y teniendo a Deivi listo para cuando se necesitara. Pero no, lo que hizo Boone fue quemar a Deivi García y como consecuencia para el juego 4 y de ganar y morir para lo Yankees (1-2 abajo en la serie) subirá a la lomita a Jordan Montgomery, a quien no le tuvo la confianza para relevar en el juego de «menor» importancia de los playoff pero si para el que significa su eliminación.
Boone dejó en evidencia su dependencia en la sabremetría y en seguir la linea que le dicta la administración. En realidad no podemos culpar de todo a Aaron Boone. Dudo mucho que una persona quien ha estado rodeado de béisbol durante toda su vida -su abuelo, papá, hermano y ahora sobrino han sido ligamayoristas- pudiera estar inclinado a decisiones un tanto progresistas. Lo que dicen las malas lenguas es que el manager de los Yankees trae linea de arriba, un plan armado basado en las estadísticas y es por eso que obtuvo el trabajo de manejador.
No estoy en contra de esta forma de «manejar» el juego, pero solo a la larga, es decir, durante la temporada que dura 162 partidos, la postemporada es un animas muy diferente. Y es comprensible que Brian Cashman quiera meter su cuchara en la alineación y en el manejo de los juegos, ¿qué persona con «poder» no quiere mantener todo controlado? El problema aquí es de los dueños que dejan que esto suceda.
No tiene caso renegar de un manejador al quien lo contrataron justamente para que haga eso. Si no lo hace lo corren y el que viene será igual. Pero a no ser que Aaron Boone quiera pasar a la historia como un simple buen comunicador, creo que tiene que exigir que lo dejen hacer su chamba y manejar como mejor le parezca o conseguirse otro equipo.
Sean peras o manzanas gracias a la «decisión» de Boone toca enfrentar un cuarto juego de vida o muerte con un pitcher al que ni su manager le ha demostrado la confianza suficiente. Boone quiso pasarse de listo y le salió el tiro por la culata.